viernes, 12 de noviembre de 2010

Carrió volvió a escena y se cruzó con radicales y kirchneristas

Denunció acuerdos para lograr el quórum y para facilitar la votación con algunas ausencias.

Por Juan Cruz Sanz Miércoles. 12.40. Elisa Carrió se dirigía al Congreso. La oposición había llegado a un acuerdo y no iba a facilitarle el quórum al oficialismo. “Lilita, los radicales y los socialistas están bajando”, le contó uno de sus asesores. Carrió se enfureció. “Es lo que yo sospechaba. Voy hablar con los periodistas. Vamos a obligar a los radicales a que se queden”, sentenció Carrió. Entró a la Cámara Baja y no lo dudo: “ Se está haciendo la gran Jaroslavsky.
En la década del 80 algunos se oponían en la discusión en el recinto pero después retiraban algunos diputados y así ganaba el oficialismo. Eso es lo que va a ocurrir hoy”, le dijo a los periodistas. “Nosotros no tranzamos con Agustín Rossi”, agregó y habló de u n nuevo “pacto de Olivos” .
La bomba ya había explotado. Luego, en medio de la sesión, detonaría la segunda: “Lo que ha sucedido es un escándalo, diputados que desaparecen, que negocian afuera de esta Cámara con el señor jefe de Gabinete, Aníbal Fernández”, sostuvo Carrió.
Así, la jefa de la Coalición Cívica volvía a la primera escena de la política, cumpliendo a rajatabla su estilo característico. La muerte de Néstor Kirchner encontró a Carrió disfrutando de una semana de spa en Córdoba. No suspendió sus vacaciones y guardó silencio. Un silencio que ya mantenía desde septiembre. En Buenos Aires, se reunió con la mesa nacional de su partido y bajó línea sobre la nueva estrategia: Nadie habla.
El martes, en la reunión de la Comisión de Presupuesto, Carrió tuvo su primer enojo. Se discutía la eliminación de retenciones y la derogación del fondo eléctrico para la provincia de Santa Cruz. Sólo faltaba dictaminar para que los dos proyectos pasaran al recinto. Al momento de votar, el radicalismo levantó a tres diputados y dejaron a la Comisión sin quórum. Con eso, Carrió ya estaba a la defensiva. En la reunión de presidentes de bloque, en desacuerdo con tratar el presupuesto, le planteó al presidente de la Cámara, el kirchnerista Eduardo Fellner una agenda alternativa: tratar Presupuesto la semana próxima y dejar la última sesión de noviembre para la agenda de la oposición.
Fellner pidió una hora para consultar con el Ejecutivo. “No hay margen. Cristina quiere el Presupuesto”, fue la respuesta del jujeño. Ahí, Carrió arrancó el acuerdo con la oposición, que luego, según ella, no se cumplió.
“Yo en algún momento pensé que los radicales podían cambiar”, le repetía Carrió a sus diputados, desde su banca. El enojo estaba a flor de piel, mientras que en el radicalismo cambiaba de manos la conducción del bloque -de Oscar Aguad a Ricardo Gil Lavedra- y todos los dardos apuntaban a la jefa de la Coalición Cívica.
Ayer, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, le pidió a Carrió que “muestre” los presuntos mensajes de texto, que él habría enviado a distintos legisladores, pidiendo que se retiraran de la sesión. “¿Por qué no le pedimos que los muestre? Que los muestre y esto se termina. No lo va a hacer porque no los tiene, nosotros no hacemos esas cosas, no es verdad lo que dice”, aseguró Fernández, que también definió a Carrió como una “cacatúa” y que está en “grave condición psíquica ”. Desde el radicalismo, el titular del partido, el senador Ernesto Sanz y el diputado Ricardo Alfonsín, no dudaron en rechazar las denuncias de Carrió.
Según cuentan en su círculo íntimo, Carrió ahora volverá al silencio. Después de su etapa de reflexión y enojo, dice que se siente espléndida. Siente que volvió.
Fuente: clarin.com

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